El cuidado de la salud mental de los colaboradores emerge como una prioridad de las organizaciones. Cuando se piensa en esa prioridad, pueden surgir varios interrogantes: ¿por qué se ha convertido la salud mental de la gente en una prioridad? ¿cómo lo hacemos? ¿Cuándo? ¿se deben ofrecer las mismas alternativas de cuidado de la salud mental para todas las personas de la organización?
Si bien la salud mental de las personas es parte integral de su bienestar y lo ha sido siempre, la pandemia por el COVID-19 ha sacado este tema del sótano donde permanecía recluido, inatendido, para ponerlo en la sala, a la vista de todos. La preocupación por el riesgo de contagio, la enfermedad, la muerte de familiares y amigos en todo el mundo, originada por un enemigo desconocido. El confinamiento, el cambio súbito de hábitos y la obligación de asumir nuevas formas de trabajar y de comunicarse, como el teletrabajo y la interacción mediante las plataformas colaborativas, han producido, posiblemente, uno de los cambios de procesos más acelerados que hayamos visto en el campo laboral, en un plazo muy corto de un poco más de un año.
La orden de confinamiento riguroso y el home office obligado instaurado por la mayoría de las organizaciones -total y parcial- durante una buena parte del 2020, aumentó significativamente la carga de trabajo de los colaboradores, expuestos de repente a una nueva forma de trabajar, al mismo tiempo que atendían a sus hijos en home schoolling, las tareas del hogar y el cuidado de adultos mayores. En el camino, muchos vieron concretados sus temores de pérdida de empleo, mientras otros muchos vieron sensiblemente disminuidos los ingresos y los beneficios. Las cifras hablan por sí solas: hoy en día en Ecuador solo existen 2’700.000 personas con empleo formal, de una PEA (población económicamente activa) de 8’249.661.
¿Qué es lo que ha deteriorado la salud mental de las personas? La incertidumbre y el estado de alerta demasiado prolongado, que generan respuestas en busca de adaptación: ansiedad, miedo, depresión, control exagerado, son algunas de ellas. Una pandemia inesperada que tomó al mundo sin preparación colmó a la gente de preguntas sin respuesta y la necesidad de aplazar indefinidamente muchas de las actividades conocidas generadoras de bienestar.
Hoy, el panorama ha cambiado a causa del aumento paulatino de personas vacunadas, al punto de que probablemente las dos prioridades comunes de los gobiernos en el mundo sean vacunación y reactivación. Sin embargo, la salud mental llegó para quedarse. Se trata de una oportunidad para atender apropiadamente algo tan esencialmente humano.
Para favorecer la salud mental de los colaboradores hay varios caminos, pero hay uno simple y alcanzable para todas las organizaciones: ayudar a los colaboradores a cerrar los ciclos abiertos. Esto disminuye la incertidumbre y así, se reduce el riesgo de ansiedad, temor, depresión y exceso de control. Las acciones (lo que debo hacer y no he hecho) y las comunicaciones pendientes de solución (lo que debo decir o escribir y aún no lo hago) ocupan un espacio en nuestra mente y en nuestro espíritu, de una manera parecida a como un archivo ocupa parte de un disco duro. No importa que utilicemos ese archivo o no, estará ocupando espacio hasta que lo borremos o lo traslademos a otro lugar.
El desafío de la salud mental de las personas es de tal magnitud, que se necesitan esfuerzos mancomunados, pero la contribución que pueden hacer las organizaciones y sus líderes es enorme. Aquí algunos tips:
Comunique. De manera empática, frecuente, oportuna, apropiada y clara. Utilice los canales y medios a su alcance. Esto disminuirá el riesgo de incertidumbre, dará algunas respuestas a las inquietudes de los colaboradores y permitirá que pongan su atención en lo realmente importante, descansando mejor porque las preguntas ya no irrumpirán en sus noches.
Escuche. La forma de descubrir las cosas que están generando preocupación en los colaboradores es destinando espacios de calidad para escucharlos, evitando las evaluaciones y los juicios. Una buena escucha se favorece de un ambiente cálido, cercano, de confianza, así como de preguntas creativas para develar lo que está pasando.
Actualice su planificación, coordinación y delegación de actividades, clarificando cuáles quedan en una categoría “canceladas” o “aplazadas para revisión en el 2022”. Así, los colaboradores dejarán de asignarles unidades de atención en el presente.
Brinde realimentación constante y abra definitivamente la puerta para recibirla. La realimentación oportuna, constante, que muestre a cada persona y a cada equipo cómo se visualizan los avances frente a los objetivos, es generadora de bienestar mental porque evita las suposiciones. Para dar una adecuada realimentación recuerde que debe tener 3 pasos:
- Lo que se hizo o se dijo.
- El efecto que tuvo.
- Qué haría o podría hacer.
Tome decisiones. La espera es una de las situaciones que más desgaste produce, porque se invierte energía (física y mental) y no se avanza. Entonces, decida pronto lo que tenga que decidir y evite la postergación innecesaria que deteriora la salud mental de sus colaboradores y la suya propia.
Empodere. La falta de aprovechamiento de las capacidades de los colaboradores, la sensación de que ellos “saben pero no pueden” produce deterioro de su espíritu, porque no se sienten valorados y el trabajo limita su desarrollo. Permita que cada persona sea el líder de sus propios procesos e indicadores.
Entrene. La pandemia ha generado una lista nueva de capacidades para desarrollar o mejorar (up skilling / re skilling) y tanto la organización como los líderes deben brindar unas condiciones que faciliten ese desarrollo. Cuando las personas se encauzan en mejorar sus capacidades, se disminuye la incertidumbre y aumenta la motivación.
Si deseas conocer más sobre Great Place to Work Ecuador, te invitamos a escribirnos dando click aquí