Nuevos paradigmas, otras conversaciones

 Nuevos paradigmas, otras conversaciones

El tiempo post pandemia conduce a las organizaciones a replantear sus creencias sobre la fuerza laboral.

Un poco de historia
Si bien el origen de la palabra humano (por “homo sapiens”) sugiere la capacidad racional y de aprendizaje de nuestra especie, aportes de la filosofía y de las humanidades señalan que la característica de persona acompaña al ser humano. La persona involucra un complejo y maravilloso entramado de facetas, necesidades y dimensiones, en una búsqueda incansable de equilibrio.
Como en las partes de un reloj, todas las dimensiones humanas son importantes. Cualquiera de ellas que funcione muy bien produce grandes niveles de bienestar, cualquiera de ellas que esté menos desarrollada o funcione inapropiadamente, ocasiona problemas, tales como las fallas en la salud física, mental o emocional y su impacto en el desempeño general de la persona. Sin pretender ofrecer en este espacio una amplia reseña histórica sobre el tema, vale la pena recordar que uno de los momentos determinantes en cómo concebimos y qué esperamos del trabajo humano fue la Revolución Industrial, iniciada en la 2ª. Mitad del S. XXVIII en Inglaterra.
Allí, millones de personas de todas las edades dejaron el campo y comenzaron a “mover las industrias”. El énfasis entonces era (y sigue siendo) la productividad, la mano de obra, desplazando las necesidades humanas a ninguna prioridad.
Con las décadas siguientes, hubo un esfuerzo por recuperar la humanidad en el trabajo y, más recientemente, las organizaciones se han preocupado por diseñar políticas y prácticas que reconocen integralmente al ser humano que trabaja, un ser humano que tiene cuerpo, mente, emociones, espíritu, familia, pareja, que pertenece a una comunidad, que tiene un propósito y una vida más allá del trabajo. Sin que se pudiera cantar victoria en la construcción de lugares humanos de trabajo, la pandemia generada por el COVID-19 generó un nuevo punto de quiebre, inmenso, irreversible y positivo, y es una nueva ola de humanidad.

La crisis sanitaria, humanitaria y económica generada por el COVID-19 ha generado un redimensionamiento de lo humano, tanto en la vida privada como en las organizaciones.

¿Cómo se manifiesta esta nueva “ola de humanidad”?
Después de décadas y décadas de sobredimensionamiento laboral y profesional, sacrificando con frecuencia la salud física y mental o el bienestar familiar, la pandemia demostró la fragilidad del constructo del trabajo que ha estado vigente por décadas. Las medidas tomadas para afrontar la pandemia mostraron a las personas dónde estaba lo realmente trascendente en sus vidas, la fragilidad de la salud física, mental y emocional y el valor de las relaciones familiares y sociales.

Ahora, cuando aumentaron las modalidades de trabajo (presencial, teletrabajo, híbrido) y las empresas preparan nuevas políticas para operar a medida que aumenta la población vacunada, los colaboradores no quieren más de lo mismo.

El 41% de los empleados estaría dispuesto a renunciar a su trabajo si la organización no ofreciera un esquema de trabajo híbrido.

¿Por qué?
Porque la pandemia demostró la viabilidad del trabajo en casa, incluso que la productividad puede aumentar, toda una revolución en el mindset de las organizaciones tradicionales. Además, los trabajadores han desarrollado habilidades digitales y han aprendido a trabajar al mismo tiempo que les dedican tiempo a sus seres queridos, un deseo inalcanzable en la prepandemia. También, el drama de la pandemia abrió una ventana insospechada de reflexión y confirmación de lo realmente importante, llegándose a un acuerdo tácito de que la salud, la familia y el bienestar son primero. El trabajo presencial y el presentismo del tiempo anterior (¿recuerdan el biométrico?) han dado paso a una suerte de nuevas oportunidades de trabajo para los que están preparados, personas empoderadas que negocian directamente sus condiciones como freelancers, una modalidad de contrato más común en nuestros días. Es
como si los trabajadores tuvieran esta conversación interior: “necesitamos el trabajo y queremos trabajar, pero bajo ciertas condiciones”.

¿Está preparado para desarrollar nuevas conversaciones con sus colaboradores y flexibilizar sus condiciones de trabajo?

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